Mi familia

Mi familia
He convivido con gatos ya varios años. Son animales maravillosos que necesitan de comprensión para que exista una buena convivencia. Por eso, acá están mis sugerencias, consejos y cómo convivimos nosotros. Así intentaremos darles ayuda a otros, para que más gatos sean salvados. Adopte, no compre. Sino ayuda a sólo mantener un negocio, que es brutal.

jueves, 21 de julio de 2011

Hay que observar bien a los gatos

En el cielo de los gatos está Kiba, una gatita de pelo largo que vivió sólo 3 añitos felices en el hogar. La pequeña había vivido en la calle y mami tardó en rescatarla y adoptarla porque creyó que la gente de la casa de enfrente era su hogar. Gravísimo error. Esa gente no la quería. Y cómo era esa preciosa? Super amorosa. Su pelo sedoso y largo la hacía super pomponona. Chocolate y rosa en la pancita que además recibía besitos. Dormía sobre la cara de mami. Pero era de tamaño muy pequeño, nunca pesó mucho más de 4 kilos en el mejor de los casos. Pero había un motivo. La pequeña tenía sus órganos muy mal como causa de la mala vida en la calle. No se pudo saber cuántos añitos tenía porque le faltaban dientitos. Después de unos meses de vivir en el hogar, mami la llevó a castrar. La pobrecita tenía los órganos muy mal internamente. Por eso no podía crecer. La castración fue en realidad lo que la ayudó a no infectarse internamente.

A Kiba no le gustó cuando a los 6 meses de ser la reina del hogar llegó Kurama. Pero luego fueron bastante buenos amigos.

Kiba jugaba solita, y por eso mami buscó un hermanito para que no se la pasara solita. Pero mami no se dió cuenta que Kiba sólo esperaba poder estar mimando a mami tiempo completo. Y claro, que luego un pibito bebé creciera, fuera más grande que ella, y jugara un poco brusco.
Kiba era una santita. Jamás meó en otro lugar que no fuesen sus piedritas. Comía sin tirar granitos por ningún lado (cosa contraria a Kurama). Jugaba con ratoncitos y les hablaba. Casi cantaba con tanta alegría que lo mejor que mami pudo alguna vez hacer fue adoptarla. Fue una verdadera bendición.
Kiba no se limaba las uñas en ningún otro lado que no fuese el rascador. Dormía en la cara de mami y hablaba con mami.

Kiba jugaba con mami sin morderla. Le gustaba muchísimo los mimos. Jamás atacó a mami. Y eso que mami una vez, dormida en la cama, la tiró al piso. Jamás fue rencorosa.

Pero cuando ya habían pasado poco más de dos años y medio que vivía en su hogar definitivo, dejó de comer bien.
Se la había vacunado sólo dos semanas antes, y al volverla a llevar, comprobamos que había perdido en ese tiempo medio kilo de peso. Y ella pesaba sólo 3 kilos. Inmediatamente se le hicieron análisis de sangre.
Desafortunadamente, el resultado fue insuficiencia renal crónica.
Durante un mes y una semana viajábamos todos los días dos veces al día a la veterinaria de Romina Protti (Chicos Buenos) para recibir suerito. Mami tiene miedo a las agujas y podía lastimarla.
Una noche fuimos a otra veterinaria. Gravísimo error. Le colocaron un suero entero, y le bajaron la temperatura corporal a 34°C.
Durante la noche, a pesar de que era un 11 de Diciembre super caluroso, la pasamos cerca del radiador de aceite. Pero Kiba se iba porque como era tan limpita no quería mojar la camita en la que estaba. Fue el único momento en que se alejó del lado de mami en todo el tiempo que vivió en el hogar. Y el dolor para mami fue muy grande porque no la pudo salvar.
Mami puede apenas mencionar que al menos la preciosa estrenó la fuente bebedero que llegó de USA el día anterior a que muriera.

Hay que observar y mucho a nuestros animales y también plantas. Cuando un animal está decaído, la enfermedad avanzó ya muchísimo. Hay que controlar cuánta agua toma, con qué frecuencia. Todos los días cambiar el agua dos veces al menos. Ver también la comida que ingieren. Controlar la orina y la popó. Todo influye. Pero es fundamental observarlos, y claro, luego tratarlos.
La tristeza por perder a esta pequeña es tan grande que hoy no puedo escribir más.